2020/07/11

Juan Amador: documentos militantes desde Villa de Cos (1856-1872), sel. y nota introductoria (2020)


México, Centro Basilea de Investigación y Apoyo-Comunidad Teológica de México-
CETELA-CMIRP-FLATER, 2020.

Rescatar la figura de Juan Amador es ante todo sacar a la luz el caldo de cultivo que permitió asentar la opción religiosa disidente articulándola a una cultura política liberal que se había radicalizado con las luchas iniciadas en 1854 que llevaron a la Constitución liberal de 1857 y con la Guerra de los Tres Años que condujo al triunfo de las Leyes de Reforma, constitucionales a partir de 1873. Interesarse por Amador es la premisa indispensable para entrar en el rescate de una memoria colectiva mexicana aun en buena parte desconocida, vale decir la memoria del liberalismo popular mexicano de mediados del siglo XIX y de sus raíces religiosas disidentes.
JEAN-PIERRE BASTIAN

Algunos lectores de Villa de Cos, Zacatecas, pudieron desde el uso íntimo de la razón, interpretar y tomar una postura respecto al contexto político y religioso. Dichas ideas fueron compartidas con otros individuos en espacios generalmente dominados por la Iglesia católica, donde no fueran escuchadas y no pudieran crear posturas revolucionarias. Quienes compartían la opinión de aquellos lectores se reunieron en espacios privados que conformaron una esfera social, desde la cual pudieron discutir temas afines en torno a impresos como libros, prensa, folletos o la Biblia. De esta manera la secularización, los espacios y las esferas permitieron explicar la disidencia religiosa a partir de las ideas liberales que se oponían al statu quo y dominación de la Iglesia católica.
CHRISTIAN M. BARRAZA LOERA

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PRESENTACIÓN DE JUAN AMADOR: DOCUMENTOS MILITANTES DESDE VILLA DE COS (1856-1872), EN LOS 150 AÑOS DE LA IGLESIA PRESBITERIANA EL SINAÍ
Christian Manuel Barraza Loera
12 de julio de 2020

Quiero agradecer a Leopoldo Cervantes y Dan González por considerarme en la presentación de esta obra que tiene a bien reconocer el trabajo de Juan Amador como precursor de la Iglesia el Sinaí en Villa de Cos, Zacatecas, que celebra 150 años.

El trabajo realizado por Leopoldo Cervantes discute las diferentes visiones y propuestas sobre el inicio de la Iglesia Presbiteriana en México y Zacatecas, con esto pone en evidencia el necesario análisis para encontrar el origen de la misma. Así, el texto que nos presenta no sólo se convierte en esta antesala que rescata las diferentes discusiones sobre el origen, sino que también permite generar mayor identidad histórica entre sus integrantes, además de convertirse en fuente obligada para quienes quieran adentrarse, desde la perspectiva histórica, en el tema de la incursión de religiones no católicas a México.

Antes de continuar quiero aclarar que mi intención en esta intervención, será recalcar la importancia que hay en los datos que retoma Cervantes Ortiz, mismos que nos permiten identificar a los personajes que promovieron la creación de un grupo evangélico que disintió de la Iglesia católica, y que debió enfrentarse a un contexto político, social y cultural adverso, debido a la memoria colectiva que marcaba la intolerancia de culto desde la Constitución de 1824.

Pese a que la intolerancia de culto no cesó ni con la Constitución de 1857, ni con las leyes seculares del periodo de Reforma, este grupo (el disidente) fue in crescendo poco a poco hasta convertirse en una congregación fuerte que permitió un trabajo bilateral entre el gobierno y ésta, es decir, mientras que la congregación acataba las leyes y legitimaba con esto el poder del Estado, éste “protegía” el libre credo y asociación de los ciudadanos.

Así, la obra que se presenta ahora: Juan Amador: Documentos militantes desde Villa de Cos (1856-1872), nos contextualiza en el periodo del constituyente tras el triunfo liberal del Plan de Ayutla, pasando por la Constitución de 1857, Leyes de Reforma, II Imperio y el definitivo triunfo liberal tras la caída de éste último, lo que nos permite entender que la creación de estos documentos estuvo rodeada de cambios políticos constantes.

Por otro lado, la mayoría conocemos o habremos escuchado hablar de Juan Amador, de quien Leopoldo Cervantes ya ha realizado previas investigaciones, y que ahora ha hecho bien al ubicarlo en su espacio geográfico como lo fue Villa de Cos, Zacatecas, pues nos permite darle mayor identidad.

Nadie mejor que Dan González podría describirnos el espacio que posiblemente inspiró a la creación de estos documentos, no obstante, Juan Amador logró hacerlo en su folleto titulado: Apocalipsis o Revelación de un Sansculote, en el que inicia hablando de una Villa como punto de partida, haciendo suponer que se trataba de Villa de Cos, de la que señaló el contexto político, social y religioso de aquel lugar, resaltando las largas distancias que había entre una y otra población, así como las pocas personas que las habitaban.

Resaltando este distanciamiento geográfico entre las poblaciones, o bien podríamos decir entre Cos y la capital zacatecana, Amador llegó a reclamar la poca presencia eclesiástica en zonas rurales como seguramente pasaba en aquel momento en la Villa, además de que no tenían la calidad moral para predicar con el ejemplo, datos que podemos encontrar en el Sansculote y en muchos de sus artículos publicados en La Antorcha Evangélica.

La importancia de estos datos, resuenan cuando conocemos el interés que tuvo Amador por el evangelio y por procurar que la población lo conociera, cumpliendo otra de sus demandas que era la democratización de los saberes religiosos.

Finalmente, la interpretación que hizo en el Sansculote, evidenció además de su anticlericalismo, su desprecio al régimen santanista y a la reproducción de las prácticas y formas asociativas del Antiguo Régimen; es decir, las que se oponían al pretendido sistema republicano, democrático y moderno propuesto por los liberales.

Por otro lado, me parece importante resaltar la manera en que inicia el documento, un epígrafe que engloba los hechos histórico- políticos con que inició el movimiento disidente al catolicismo. El epígrafe como podrán leer, es una cita de Juan Amador en el discurso que dirigió al pueblo de Villa de Cos, Zacatecas para jurar la Constitución, un acto solemne que se había realizado desde las primeras constituciones, al igual que, en cada momento que una autoridad civil tomaba un cargo público. Por qué me detengo justo a analizar este fragmento, bueno, pues primero porque sigue mostrando el apego que había entre el cuerpo político con la religión, recordando que en aquel entonces este tipo de actos era legitimado por la presencia eclesiástica, sin embargo, la propuesta que hacía Amador no hablaba del clero católico, sino que iba más allá, o sea, legitimar el poder a través del objeto que utilizaba el clero para legitimar; dicho de otro modo, legitimar el poder civil con los textos sagrados, sacando de la ecuación a la Iglesia católica.

Esto se puede traducir con el inicio de una cultura política secular, aunque no laica, pero sí que comenzaba un proceso de separación entre figuras religiosas para enfocarse en los objetos sagrados. Entonces, además de resaltar a Juan Amador como liberal radical y anticlerical, también es interesante ubicarlo en su justa posición como precursor del protestantismo en México, pues al analizar la influencia que dejaron en él las lecturas ilustradas, podemos entender su posición separatista que también se vio influenciada, evidentemente, por la presencia de un extranjero como lo fue Grayson Mallet Prevost, pero, sin eliminar su poder agente, individual, su libertad de decisión y de acción que terminó por provocar la separación entre un grupo de personas en aquella Villa, con la Iglesia católica desde los primeros años de la década de 1860, adscribiéndose a la Iglesia Presbiteriana a partir de 1872 cuando llegó el primer misionero estadounidense de nombre Paul Pitkin, que había estado en Colombia antes de ser enviado a aquella Villa.

Leopoldo Cervantes no deja afuera las primeras relaciones que hubo entre la congregación de la Villa con los bautistas, hecho que está señalado en los primeros número de La Antorcha Evangélica, donde también están señaladas las primeras relaciones que hubo con los colportores establecidos en Nuevo León y que dependían de aquella Iglesia; aunque posteriormente se relacionarían con los agentes bíblicos enviados por Melinda Rankin.

El inicio de la Iglesia Presbiteriana no puede estar siquiera alejada del contexto político, recordemos que de no haber sido por todos los eventos surgido durante el periodo de la Revolución de Ayutla y de las Leyes de Reformas no habría sido posible la Ley de Libertad de Cultos en diciembre de 1860, y que decir de la libertad de imprenta que dio pie a la difusión de ideas alternas al catolicismo o a la difusión de textos bíblicos; también, a la libre asociación que permitió la lectura bíblica para formar posteriormente grupos evangélicos.

Hay que precisar que fue en Villa de Cos, Zacatecas, donde la presencia de liberales como Amador y Cosío, permitió la formación de un movimiento evangélico que no se debió a situaciones azarosas, es decir, se debió a un cúmulo de eventos que permitieron a estos liberales, construir una alternativa religiosa, eventos que Amador dejó expuestos en el Sansculote, en su discurso al pueblo de Villa de Cos, en su crítica a los papás, artículos publicados en La Antorcha Evangélica, etcétera.

El inicio del o de los protestantismos mexicanos, no pueden quedar exentos del contexto político de la época, si bien tuvieron agencia propia, también se deben a estos, por ejemplo, en los primeros años del México Independiente, un inglés James Thomson, a quien Carlos Martínez ha trabajado a profundidad, intentó repartir biblias en México, aunque sin el triunfo esperado, pues la política y sociedad intolerante del momento no lo permitió, pues el hecho de que la Constitución de 1824 marcara a la religión católica como única y protegida por el Estado sin tolerancia de ninguna otra, cerró las puertas al posible trabajo evangélico o distribución de biblias de otros extranjeros, lo que no quiere decir que no se haya hecho; el caso de este inglés fue tan desafortunado que terminó siendo perseguido por la población de Aguascalientes y Zacatecas por intentar vender sus biblias; entonces, se debe observar en su total contexto el surgimiento de la disidencia y el arribo de agentes bíblicos, para después observar el arribo de misioneros provenientes de diversas iglesias como presbiterianos, metodistas, congregacionales, bautistas, etcétera.

Dicho de otro modo, el surgimiento de la Iglesia Presbiteriana en Zacatecas no se debe al hecho de que Paul Pitkin hubiera llegado a México en 1872 junto a Maxwell Phillips y Henry Clifort Thomson, quienes también pertenecían a la Iglesia Presbiteriana del Norte y quienes ocuparían la plaza de Zacatecas después de que Pitkin dejara dicha congregación. A su arribo encontraron una congregación hecha, y que sí había estado favorecida por las relaciones que el Dr. Prevost había hecho previamente con Melinda Rankin y la Iglesia Presbiteriana en Filadelfia, pero, cabe aclarar que estas relaciones no hubieran tenido ningún efecto si no hubiera sido por la determinación política y apego que tuvo Juan Amador al evangelio.

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